La guerra japonesa del petróleo

El talón de Aquiles de la Marina Imperial japonesa era el petróleo. Japón no contaba con fuentes de energía autóctonas, y sus sobredimensionadas fuerzas armadas (en especial la Marina) precisaban de un petróleo que no tenían, estando obligados además a no descuidar las necesidades de la industria y el transporte civil. El fracaso en sus intentos de asegurarse un suministro estable de combustible fue la causa principal de la derrota japonesa.

Hasta 1941 el suministrador principal de petróleo para la industria y las fuerzas armadas japonesas era Estados Unidos. En julio de 1940 el Congreso norteamericano cortó las exportaciones de gasolina de aviación a Japón. El resto de derivados del petróleo se siguieron recibiendo hasta que el ejército japonés ocupó la Indochina Francesa, en julio del año siguiente. El embargo norteamericano de petróleo fue una de los motivos principales por los que el gobierno japonés optó por lanzar una guerra relámpago para hacerse con las colonias europeas en el sudeste asiático (y entre ellas, los ricos campos petrolíferos de la Indias Orientales Holandesas). El primer paso tenía que ser un ataque por sorpresa a la flota del Pacífico de la U.S. Navy y a las fuerzas estadounidenses en las Filipinas, acabando así con la única potencia que estaba en condiciones de hacer frente a la ofensiva japonesa. Así que, indirectamente, el ataque a Pearl Harbor fue provocado por los propios estadounidenses con sus restricciones a la exportación de petróleo y sus derivados a Japón.

Por lo tanto, paradójicamente, se puede decir que casi hasta el mismo inicio de la guerra contra Estados Unidos, la primera fuente de diesel y combustible bunker (que es como se denomina al combustible usado en motores marinos) de la Marina Imperial fueron los propios Estados Unidos. Las reservas japonesas se agotaron en 1942, lo que les obligó a recurrir al petróleo de los campos recién capturados de lo que hoy son Indonesia y Malasia.

La campaña conjunta de los submarinos de la U.S. Navy y los bombarderos de la USAAF contra el tráfico mercante japonés logró dañar gravemente la capacidad de producción de su industria, reduciendo las importaciones de materiales estratégicos hasta niveles alarmantes. En concreto, el suministro de petróleo del Japón cayó desde 1,75 millones de barriles por mes en Agosto de 1943 a 360.000 en julio del año siguiente, una cifra que suponía tan solo un pequeño porcentaje de la cantidad que la Marina Imperial requería para poder cumplir con todas sus misiones. La falta de buques de transporte, la escasez de combustible y el control enemigo de las rutas de comunicación inmovilizaron a la Marina Imperial, que se vio obligada a ceder la iniciativa a los aliados.

En 1944, a causa de las pérdidas de petroleros provocadas por los ataques de submarinos estadounidenses, el suministro de petróleo desde Sumatra y Borneo se vio casi totalmente interrumpido. Fue entonces cuando los japoneses tuvieron que centrar todos sus esfuerzos en tratar de desarrollar otros combustibles alternativos. Sus frenéticos trabajos para encontrar sustitutos de los hidrocarburos líquidos consiguieron en buena medida resultados satisfactorios, aunque fueron claramente insuficientes.

Cuando el acorazado Yamato zarpó de Tokuyama para lanzar su ataque suicida contra la flota enemiga en aguas de Okinawa, en abril de 1945, sus motores estaban alimentados con aceite de soja refinado. Los químicos japoneses lograron producir combustibles diesel a base de aceites de coco, copra o soja. Hubo intentos de utilizar aceite de raíz de pino, aunque este tenía tendencia a dejar pegajosos depósitos de sedimentos en los motores. También se realizaron experimentos con patatas. Aparte de los biocombustibles, los japoneses hicieron un gran esfuerzo en desarrollar una industria de conversión de carbón en hidrocarburos líquidos, pero los resultados fueron comparativamente insignificantes. No fue mucho mejor la producción de petróleo de esquisto en Corea. Irónicamente, mientras en Japón se veían obligados a convertir el caucho en combustible (el principal productor mundial era Malasia, en poder de los japoneses), al mismo tiempo en Estados Unidos se estaba utilizando petróleo para fabricar caucho sintético.

Pero la falta de petróleo no afectaba solo a la Marina. Si al principio de la guerra cada nuevo motor de aviación era sometido a ocho horas de prueba, la escasez de combustible obligó a los fabricantes de aviones a reducirlas a tan solo dos horas en uno de cada diez motores. Aquellas medidas de ahorro, sumadas a la forzada reducción de horas de vuelo en los entrenamientos, hicieron que en los meses finales de la guerra los nuevos pilotos acabasen destinados a unidades de combate sin haber podido tener una mínima preparación y obligados a tripular aviones de mecánica nada fiable. Durante el último año de la guerra los japoneses tuvieron un relativo éxito en producir combustibles de aviación a base de alcohol etílico obtenido de la fermentación de caña de azúcar o patatas. Cuando las comunicaciones con Filipinas y Formosa se interrumpieron, trataron de sustituir la caña de azúcar por grano de Manchuria. Aquello obligaba a tomar decisiones difíciles sobre las prioridades a la hora de destinar las cosechas a fabricar combustible o a alimentar a la población.

2 comentarios:

  1. El mismo problema que tuvieron los nazis en el frente europeo... si hubieran llegado a apoderarse de los campos petrolíferos del Caspio en su invasión de la URSS, o si la campaña del Norte de África les hubiera permitido caer sobre los yacimientos de Oriente Medio, la guerra podía haber tomado otro rumbo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, una de las razones principales para que Hitler se lanzase a la invasión de la URSS era la de resolver los problemas en su suministro de petróleo, y eso a pesar de que en esos momentos prácticamente toda la producción europea estaba bajo su control.

      Eliminar