Los irreductibles de Peleliu

Tras la conquista de las Marianas, en el verano de 1944, el alto mando estadounidense se fijó en las Palaos, un archipiélago situado a medio camino de sus siguientes objetivos (las Filipinas y Formosa), y en especial en una pequeña isla llamada Peleliu, con una superficie de tan solo 13 Km². Su importancia en la guerra habría sido nula, de no ser por un aeródromo que ocupaba toda la parte occidental de la isla. Los aliados decidieron que antes de emprender operaciones más ambiciosas era necesario neutralizar aquel campo de aviación.

Para defender la isla los japoneses enviaron a la 14ª División de Infantería del Ejército, que se unió a las fuerzas de la Marina y auxiliares coreanos que se encontraban ya allí, sumando un total de unos 11.000 hombres. En Peleliu los japoneses iban a adoptar por primera vez una estrategia que se repetiría más tarde en Iwo Jima y otras islas volcánicas del Pacífico. Renunciaron a defender las playas y a los ataques banzai, y planificaron una defensa basada en posiciones estáticas para obligar al enemigo a una gran batalla de desgaste con continuos ataques frontales contra fortificaciones casi inexpugnables. Trabajaron contra reloj para construir una enorme red de bunkers, trincheras y cuevas conectadas entre sí por kilómetros de túneles que recorrían toda la isla y que les permitirían evacuar posiciones o volver a ocuparlas según fuese necesario.

La batalla de Peleliu fue una de las más duras y sangrientas de la guerra. Comenzó el 15 de septiembre de 1944 y duró oficialmente hasta el 27 de noviembre, cuando la isla fue declarada segura. En 73 días los estadounidenses habían sufrido 9.800 bajas, una cifra solo ligeramente inferior a la de los japoneses (con la diferencia de que la inmensa mayoría de las bajas japonesas eran muertes en combate, mientras que los norteamericanos tenían un porcentaje muy alto de heridos). Los marines apenas pudieron hacer doscientos prisioneros, la mayor parte de ellos coreanos de unidades auxiliares. Pequeños grupos de soldados japoneses supervivientes mantuvieron una guerra de guerrillas hasta febrero de 1945. En contra de lo que se había previsto, la base aérea tuvo un papel muy secundario en la campaña de las Filipinas. Después de la matanza, Peleliu volvió a ser la isla insignificante que había sido hasta entonces.

A finales de marzo de 1947 un grupo de japoneses que había permanecido más de dos años oculto en las cuevas de Peleliu decidió reanudar la lucha. Lo formaban ocho marineros del 45º Cuerpo de Guardia y veintiséis soldados de la 14ª División de Infantería al mando del teniente del Ejército Ei Yamaguchi. Los japoneses atacaron a una patrulla de marines con granadas de mano. No hubo víctimas, pero la acción causó una gran alarma en la guarnición estadounidense. Y no era para menos, porque en aquellos momentos en la isla había tan solo ciento cincuenta marines. Inmediatamente se enviaron refuerzos a Peleliu. Acompañando a las tropas llegó un almirante japonés para tratar de convencer a los rebeldes de que se entregasen pacíficamente. Los japoneses se rindieron en dos grupos separados. El 22 de abril de 1947, año y medio después de la capitulación de su país, Ei Yamaguchi entregó su espada y la bandera de su unidad, protagonizando la última rendición oficial de la Segunda Guerra Mundial.

En 1995, en una entrevista para un programa de la televisión estadounidense, preguntaron a Yamaguchi por qué había tardado tres años en rendirse:

No podíamos creer que hubiésemos perdido. Siempre fuimos instruidos en la idea de que nunca podríamos perder. La tradición japonesa dice que hay que luchar hasta la muerte, hasta el final.

4 comentarios:

  1. Obediencia, tenacidad y capacidad de sacrificio. Los americanos se las vieron con un hueso duro de roer.
    Un saludo.

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    1. Igual que en otras muchas pequeñas islas perdidas en medio del Pacífico.
      Un saludo, Cayetano.

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  2. Lo que resulta sorprendente es que en una isla de apenas 13 km cuadrados, 34 hombres pudieran sobrevivir escondidos durante dos años y medio.
    Un saludo.

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    1. Lo de esconderse no lo tenían muy complicado, porque Peleliu estaba completamente agujereada por cientos de túneles y cuevas, pero en una isla tan pequeña sería difícil que tantos hombres pasasen desapercibidos, aunque solo fuese por la comida. Porque imagino que para conseguir alimentos y otros productos básicos tenían que recurrir al robo.

      En ese sentido lo tuvieron más fácil los dos japoneses que estuvieron cuatro años ocultos en las cuevas de Iwo Jima:

      http://nonsei2gm.blogspot.com.es/2011/04/los-ultimos-de-iwo-jima.html

      Un saludo.

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