Norio Suzuki, el "hippie" que encontró al teniente Onoda

Norio Suzuki nació en 1949 en Chiba, una ciudad portuaria de la bahía de Tokio. Empezó la carrera de Economía en la Universidad Hosei de Tokio, pero un buen día de 1969 decidió cambiar los estudios académicos por la escuela de la vida, y se lanzó a recorrer el mundo en autostop. Viajó por Asia, Oriente Próximo y África, viviendo todo tipo de experiencias más o menos edificantes. Fue arrestado varias veces y en alguna ocasión tuvo que vender su sangre para conseguir dinero y continuar sus viajes. Por fin, en 1972, después de casi cuatro años vagando por medio mundo, decidió que había llegado el momento de regresar a casa.

Pero en Japón Suzuki se sentía frustrado. Todo lo que le rodeaba le resultaba demasiado artificial. Un día encontró un motivo para abandonar el hogar y lanzarse de nuevo a la aventura. En 1974 la prensa japonesa informó de que un antiguo soldado del Ejército Imperial llamado Kinshichi Kozuka había muerto a tiros en la isla filipina de Lubang varios meses antes. La noticia provocó una serie de intentos de encontrar al desaparecido teniente Hirō Onoda, que se suponía que había permanecido oculto en las selvas de aquella isla durante tres décadas en compañía del soldado Kozuka. Suzuki decidió dejar su monótona vida en Japón para emprender la búsqueda de Onoda. Según dijo, en un principio su única intención era encontrarle y mantener una charla con él. Unas horas en compañía de un auténtico soldado del Ejército Imperial le parecía una experiencia única por la que valía la pena abandonarlo todo.

Antes de partir, Suzuki confesó a sus amigos cuáles eran los tres objetivos que se había marcado en la vida: quería encontrar "al teniente Onoda, un panda gigante, y al hombre de las nieves, por este orden".

Aunque otros lo habían intentado sin resultado antes que él, a Suzuki solo le llevó cuatro días de búsqueda por las junglas de Lubang encontrarse con el teniente Onoda. El 20 de febrero de 1974 el oficial vio al joven aventurero por primera vez. Le apuntó con su fusil, dispuesto a abrir fuego, pero Suzuki, sin perder la calma, se dirigió hacia él: "Onoda-san, el Emperador y el pueblo de Japón están preocupados por usted". El aspecto inofensivo y el carácter abierto de Suzuki vencieron la desconfianza del oficial. Muchos años después, en 2010, Onoda contó en una entrevista cómo ocurrió: "Ese chico hippie, Suzuki, había llegado a la isla únicamente para escuchar los sentimientos de un soldado japonés...". Después de largas conversaciones, Suzuki acabó convenciendo a Onoda de que podía regresar a casa con él, aunque el oficial se negó a rendirse si no recibía personalmente la orden de un superior: "Yo soy un soldado y sigo siendo fiel a mis deberes". Suzuki se marchó, comprometiéndose a volver en compañía de algún oficial que pudiese darle la orden.

Hirō Onoda y Norio Suzuki (sosteniendo el fusil) en la isla de Lubang en febrero de 1974, antes de que el teniente decidiese rendirse; la fotografía estaba destinada a ser una prueba de que Onoda seguía con vida:


El 12 de marzo Onoda se encontró en un punto convenido de antemano con Suzuki y el comandante Taniguchi, uno de sus superiores durante la guerra (y por aquel entonces un anciano que trabajaba en una librería). La imagen del teniente del Ejército Imperial, con el uniforme hecho jirones, saludando orgulloso ante su antiguo superior en el momento de rendirse, conmovió a la sociedad japonesa y convirtió a Onoda en un héroe nacional. También Suzuki, muy a su pesar, disfrutó de parte de la fama.

Suzuki nunca tuvo un trabajo propiamente dicho. Aprovechó la celebridad que le había dado el regreso de Onoda para escribir un libro en el que narraba sus aventuras. Parece que renunció a la búsqueda del panda gigante, un animal en peligro de extinción y muy difícil de ver en estado salvaje, cuyo hábitat natural está en los bosques de bambú de remotas regiones del interior de China. Quizás la costumbre del gobierno chino de regalar ejemplares a estados extranjeros como muestra de buena voluntad (que se hizo habitual en aquellos años, y que llenó de osos panda los zoológicos de las grandes capitales del mundo) hizo que aquel objetivo perdiese gran parte de su encanto. En cambio nunca abandonó su último gran sueño: encontrar al Yeti, el mítico "abominable hombre de las nieves", un homínido que supuestamente habita en las regiones boscosas de la cordillera del Himalaya. En julio de 1975 afirmó haber visto a través del teleobjetivo de su cámara a un ser de apariencia humana a unos 4.200 metros de altitud, en la cara sureste del macizo de Dhaulagiri, en Nepal.

Norio Suzuki desapareció en noviembre de 1986 en ruta hacia la cima del Dhaulagiri IV, durante una de sus expediciones al Himalaya. Su cuerpo se encontró casi un año después, el 7 de octubre de 1987.

Fuentes:
http://suite101.com/a/looking-for-ltonoda-the-panda-and-the-snowman-a191077
http://en.wikipedia.org/wiki/Norio_Suzuki_(explorer)
http://ja.wikipedia.org/wiki/%E9%88%B4%E6%9C%A8%E7%B4%80%E5%A4%AB

2 comentarios:

  1. La historia de Onoda es una mezcla entre romanticismo-nostálgico y ciencia ficción. No dejaba de ser una utopía, la lucha por una guerra que ya no existía pero que el crea que aun se luchaba y demuestra el sentido del deber que tienes los japoneses (no se movió de su sitio si no era con una orden del superior). Su figura debe ser muy popular porque recuerdo en mi infancia y adolescencia haber leído y visto algún manga japonés con personajes similares: militares ermitaños perdidos en selvas.

    Un saludo desde Reinado de Carlos II

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    1. Onoda sí fue un personaje muy popular en Japón, pero no fue ni mucho menos un caso único. Hubo miles de soldados japoneses que se negaron a rendirse o se quedaron aislados tras las lineas enemigas y se refugiaron durante años en lo más profundo de la jungla de cualquier isla del Pacífico o en las selvas de Indochina. La mayoría de ellos murieron sin que nadie llegase a conocer su historia, pero algunos, como Onoda, lograron regresar a Japón y se convirtieron en héroes nacionales. Representaban el sentido del deber, el espíritu de sacrificio, el patriotismo... todos los valores que los japoneses admiran. La figura del militar ermitaño es parte importante de la historia reciente de Japón. Será porque en la derrota también se necesitan héroes.

      Un saludo.

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