La investigación atómica japonesa

Se sabe muy poco de las investigaciones atómicas japonesas durante la guerra. Hasta la década de los setenta no se conocía nada de ellas, y aún hay muchos puntos oscuros. El grupo principal de investigación estaba dirigido por Yoshio Nishima, un físico de prestigio, amigo de Niels Bohr, y uno de los grandes científicos japoneses de su época. Desde comienzos de los años treinta había estado investigando física de partículas en su laboratorio de Riken, construyendo su propio ciclotrón. Se puso varias veces en contacto con el Ejército, buscando financiación para su programa de física nuclear, y preocupado por que Japón se quedara atrás en la carrera hacia el arma atómica, que sospechaba que ya había empezado. Finalmente, en septiembre de 1940 el Ejército accedió a dar financiación al grupo de Nishima, con lo que Riken se convertió en una instalación militar, y el programa quedaba bajo el mando del general Takeo Yasuda. Su principal tarea fue la búsqueda de una técnica para el enriquecimiento de uranio (aumentar la proporción del isótopo U-235), para lo que se centraron en el método de difusión térmica gaseosa (que había sido desarrollado por los alemanes, pero que fue descartado por éstos por sus malos resultados, por lo que no se puede pensar que hubo intercambio de información en este tema). En general tuvieron que partir casi de cero, y antes de eso tuvieron que desarrollar técnicas que iban desde la prospección de uranio (se encontraron yacimientos en Corea) hasta su procesamiento. Finalmente construyeron una planta de separación de isótopos, que habría acelerado bastante el programa, pero fue destruida por un bombardeo en abril de 1945, cuando todavía no estaba operativa. Para evitar los bombardeos, que practicamente arrasaron Riken, todas las instalaciones se trasladaron a Konan, en Corea, donde siguieron trabajando hasta el final de la guerra y la ocupación soviética.

En cuanto a las perspectivas de futuro, se conoce un informe fechado en marzo de 1943, en el que se llegaba a la conclusión de que Japón tardaría diez años en desarrollar la bomba atómica, y que descartaba también que Estados Unidos la consiguiera a corto plazo. Al parecer habían descartado la fabricación de una bomba de U-235, por las dificultades en encontrar un método de separación de isótopos lo suficientemente bueno. Su objetivo era la construcción de un reactor de uranio y agua ordinaria como moderador, lo que habría precisado utilizar como combustible un uranio muy enriquecido. Utilizando un moderador más efectivo, como el agua pesada, no sería necesario enriquecer tanto el uranio. Pero Japón no disponía de medios para producir agua pesada.

Hubo además otro proyecto de investigación más modesto en la Universidad de Kioto, a cargo de la Armada. Sobre sus resultados aún hay menos información que del de Konan. Lo puso en marcha un grupo de investigadores vinculados a la universidad de Kioto, dirigidos por Bunsaku Arakatsu, un discípulo de Einstein. En el grupo estaba también el físico Hideki Yukawa, que en 1949 se convertiría en el primer japonés en ganar un Premio Nobel. En principio su objetivo era la construcción de reactores nucleares para la producción de energía y como fuente de propulsión, pero acabó abandonando esos proyectos para centrarse en la búsqueda de la bomba atómica. Durante años fue un proyecto al que no se dedicaron muchos recursos, y con unos objetivos no demasiado definidos. El doctor Nishina intentó varias veces unir el programa nuclear de la Armada con el suyo (dependiente del Ejército) para aprovechar mejor los escasos recursos, pero siempre se impuso la rivalidad entre las dos armas, y no hubo cooperación entre ambos grupos.

Hay otra versión, según la cual tras los bombardeos que dejaron fuera de combate las instalaciones de Riken en los primeros meses de 1945 el programa de la Armada ganó importancia. El grupo de Arakatsu aprovechó el trabajo del de Nishina (que había quedado parado temporalmente, hasta que volvieron a sus trabajos en Corea), y copiaron y mejoraron los sistemas de separación de isótopos por difusión térmica gaseosa que habían desarrollado en Riken. Al parecer llegó a entrar en funcionamiento una planta de enriquecimiento de uranio, aunque esto hay que tomarlo con reservas porque nunca se volvió a saber nada de ella. Pero parece que aumentó considerablemente la financiación del proyecto y las cantidades de óxido de uranio asignadas a la investigación.

De todas formas nunca se dio el salto de la fase de investigación a la del desarrollo industrial, en ninguno de los dos programas. Según algunos amantes de teorías conspiratorias, fue en Konan donde se construyeron todas las industrias e instalaciones necesarias para fabricar las bombas, e incluso llegaron a construir una y hacer una prueba atómica el 12 de agosto de 1945. Luego, los soviéticos ocuparon todas las instalaciones y se aprovecharon de ellas, manteniendo todo en secreto hasta hoy. Pero sólo hay que comprobar los números del proyecto Manhattan (coste, número de trabajadores, industrias implicadas...) para darse cuenta de que los japoneses no podían competir.

Como curiosidad, hace un tiempo escribí algo sobre la red de espionaje japonés en Estados Unidos. Entonces estuve buscando en internet alguna fotografía de su director, el español Angel Alcázar de Velasco. En varias páginas (de esas que los protagonistas de El péndulo de Foucault llamarían diabólicas) encontré historias que hacían de Alcázar un superespía que transmitió a los japoneses todos los secretos de la bomba atómica. También hay historias de una supuesta prueba atómica japonesa el 12 de agosto de 1945. Lo cierto es que, aunque los japoneses se tomaron en serio la investigación atómica, estaban demasiado limitados por su escasez de recursos como para tener algún resultado a corto o medio plazo.


Fuentes:
Alwyn McKay: La construcción de la era atómica
http://en.wikipedia.org/wiki/Japanese_nuclear_weapon_program


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